Se acerca la fecha en la que en muchos municipios se celebra la histórica carrera del 31 de diciembre, la San Silvestre. Una preciosa manera de despedir el año de forma saludable.
Más allá del reto físico que supone cumplir un objetivo como participar en esta carrera o hacerlo rebajando un tiempo determinado, existe un reto mental y una actitud frente al “salir y hacer”.
Un niño corre para llegar lo más rápido posible a una meta,solo por el simple hecho de probarse. Y es que, está implícito en el ser humano esa capacidad de competir y superarse.
La competición bien entendida es un regalo para el aprendizaje. Aprendemos cuando nos retamos a hacer cosas que antes pensábamos que no estaban a nuestro alcance. El deporte está lleno de estas experiencias. Sin ir más lejos, hasta mayo de 1954 los fisiólogos del ejercicio opinaban que el ser humano era incapaz de recorrer la distancia de una milla (1.609 metros) en menos de 4 minutos. Era una barrera nunca superada por ningún atleta por lo que se había convertido en una creencia colectiva relacionada con los límites humanos. Pero fue el 6 de mayo de ese mismo año cuando el atleta británico Roger Bannister fue capaz de correr en Oxford esa distancia en 3’59”4 rompiendo así una creencia limitadora que, por el simple hecho de resultar imposible, se había transformado en un paradigma. Ese mismo año fueron muchos los atletas que rebajaron la barrera de los 4 minutos al correr esta distancia.
La mayoría de los atletas populares que en estas fechas se preparan, se lanzarán a la aventura de correr degustando la experiencia y el aprendizaje generado. Muchos terminarán, algunos tendrán que abandonar, pero seguro que todos podrán sacar valiosos aprendizajes de ello, evaluar lo ocurrido, sacar conclusiones y reformular objetivos para futuras ediciones.
Ojalá todos podamos correr nuestras carreras, y podamos plantearnos nuestros retos, y decidir, hacer, errar, evaluar, aprender y volver a retarnos.
Todo lo que aprendemos con una carga emocional genera en nosotros aprendizajes de alta calidad que podemos transferir a nuestra vida profesional y personal para poder alcanzar mayores metas. Y en medio de todo esto, del esfuerzo que supone cada “carrera” que iniciamos, estoy convencido que podemos y debemos decidir disfrutarlo.
Si preguntamos a los corredores populares que participarán en la San Silvestre si disfrutarán “esforzándose y sufriendo durante 2 o 3 horas de carrera”, seguro que podremos ver dibujada una sonrisa de satisfacción en su cara.