Ojo con esto queridas familias…
Gillian es una niña de ocho años y no puede estarse quieta en la escuela.
Se levanta continuamente, se distrae, vuela con los pensamientos y no sigue las lecciones. Sus maestros se preocupan, la castigan, la regañan, premian las pocas veces que está atenta, pero nada, Gillian no sabe sentarse y no consigue mantenerse concentrada.
En su casa, sus padres también la castigan. Creen que no deben permitir el comportamiento de la niña. Así que Gillian no sólo recibe malas notas y castigos en la escuela, sino también en casa, como si no fuera ya castigo y humillación suficientes el maltrato y los gritos ante todos sus compañeros.
Un día, la familia de Gillian es llamada a la escuela. Los padres, disgustados, y esperando malas noticias, cogen a la niña de la mano y acuden al colegio, al despacho de Dirección.
Allí algunos maestros hablan de enfermedad, de un trastorno evidente de la niña… Todavía no hay rasgos de hiperactividad, pues de lo contrario sugerirían acudir al médico y estudiar el tratamiento adecuado.
Durante la reunión, llega un viejo maestro que conoce a la niña y su historia.
Pide a todos los adultos, familia y maestros, que lo sigan a un aula contigua desde donde todavía se puede ver a la niña. Al irse, le dice a la niña que tenga un poco de paciencia, que volverán enseguida, y le enciende una vieja radio con música de fondo.
Como la niña se encuentra sola en el aula, inmediatamente se levanta y comienza a moverse hacia arriba y abajo, persiguiendo con los pies y el corazón la música en el aire.
El viejo maestro sonríe y mientras el resto lo miran entre confundidos y compasivos (como a menudo se hace con los viejos), él grita: “¿Ven? Gillian no está enferma; ¡Gillian es bailarina!«
El maestro recomienda entonces a la familia que la apunte a clases de danza y a sus compañeros, que la hagan bailar de vez en cuando. Cuando Gillian acude a su primera clase de baile, llega a casa diciendo: «¡Todos son como yo; allí nadie puede sentarse!«
En 1981, tras una hermosa carrera como bailarina y tras abrir su propia academia de baile y recibir reconocimientos internacionales por su arte, Gillian Lynne será la coreógrafa del musical Cats.
Ojalá que, como Gillian, todos los niños y niñas encuentren en su camino a los adultos capaces de acogerlos por lo que son y no por lo que les falta.
Texto adaptado por La Sierra Educa del original extraído de Entre Líneas.