Con el tiempo, María se dio cuenta de que el campa no sólo era una forma divertida de pasar las vacaciones, sino que también era algo valioso para su desarrollo como persona. Le enseñó a ser más resiliente y a enfrentarse a sus miedos. Aprendió a ser más independiente y resolutiva, superando desafíos y rompiendo limites. Años después, María todavía recuerda los momentos que pasó durante aquellos veranos y cómo esas vivencias le ayudaron a lo largo de su vida.
Ir a un campamento de verano no sólo es una experiencia muy divertida, sino que también es una oportunidad invaluable de crecimiento emocional y desarrollo social. Por todo esto y mucho más, creemos que conseguir que nuestros jóvenes acudan y participen de esta magia, es una de las mejores decisiones educativas que se pueden tomar.
Texto elaborado por el Equipo de La Sierra Educa.